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Vattimo. El pensamiento débil y la potencia del pensamiento

Antonio Bello Quiroz

El hombre moderno vaga por el jardín de la historia como por un almacén de máscaras teatrales cogiendo esto y aquello.

Nietzsche, [Así habló Zaratrusta]

La verdad se construye en el diálogo social y en la comprensión mutua de las personas y no en los dogmas, sean del tipo que sean.

Gianni Vattimo


Si algo caracteriza a la filosofía es la contradicción constante, la confrontación de las ideas. Se desarrolla en el mundo de las dudas, las preguntas, promueve el diálogo, en fin, la filosofía discurre (tendría que discurrir) por los derroteros de lo no dogmático, y en ese sentido, un magnífico representante del pensamiento antidogmático fue el filósofo italiano Gianni Vattimo, quien murió el 19 de septiembre de 2023 en un hospital de Turín, en Italia. Él mismo se definía comohomosexual y cristiano, cuando este sintagma era impensable, una contradicción. Se sabe que también solía definirse como comunista y cristiano (catocomunista se decía). Gianni Vattimo, el filósofo que contribuyó decididamente a los estudios sobre la cultura posmoderna, nació el 4 de enero de 1936, contaba con 87 años al momento de su muerte.

No podríamos pensar la práctica de la filosofía sin poner en el centro la controversia, tanto la obra como la vida de sus actores. Esto no falta con Vattimo. Como suele ocurrir, fue a partir de la muerte del filósofo italiano, creador de la noción de Pensamiento débil, que se instaló nuevamente en el imaginario mediático el rumor ya añejo (incluso pasado por un proceso judicial) de que estaba siendo explotado por su asistente y compañero por los últimos 14 años Simone Caminada; fue justamente Simone quien anunció la muerte de Vattimo quien, por otro lado, nunca negó su homosexualidad.

Nuestro filósofo ya había vivido la dolorosa muerte de sus dos anteriores parejas. En 1992 muere de sida su compañero Gianpiero Cavaglia, con quien Vattimo se dedicó amorosamente a su cuidado por mucho tiempo, y en 2003 muere de cáncer su compañero Sergio Mamino.

No podríamos tampoco pensar a la filosofía sin la búsqueda constante de la coherencia en el pensamiento. Acercarse a la obra de Vattimo significa un recorrido consistente, riguroso y, sin dudas, coherente, sobre el nihilismo, la metafísica y, fundamentalmente, la hermenéutica, siguiendo y cuestionando, incluso colocando en tensión, su lectura de Nietzsche y Heidegger, en principio, y más tarde de Hans-Georg-Gadamer y su hermenéutica. Es justamente esa búsqueda de la coherencia lo que llevará nuestro filósofo a no ser pedante en su escritura y, de esa manera, hacer que lo complejo de su pensamiento sea   absolutamente accesible para el gran público, quizá ese rasgo fue lo primero que pude valorar en los tempranos acercamientos a su prolífera obra. Hay que decir, sin embargo, por lo menos cuanto a su escritura, la gran influencia es en todo momento, en cada palabra escrita, en cada idea, Vattimo refrenda su lectura nietzscheana, es decir, nihilista y lejos de los grandes relatos metafísicos. En otras palabras, en todo momento refrenda la imposibilidad de revivir a dios en forma de cualquier pensamiento totalizador. Y ahora que redacto este reconocimiento a su obra, en algún sentido, me reconozco dado que al igual que Vattimo, quien escribe esto, lo hace de manera periódica y para un público no especialista, para el gran público como se dice. Por otro lado, hay que reconocer a Vattimo como uno de los iniciadores del momento que hace de Italia un centro geográfico de la filosofía y el pensamiento contemporáneo en Europa, después de Alemania y Francia. Hay algunos nombres relevantes que lo sustentan: Umberto Eco, Mauricio Ferraris, Rosi Braidotti y sobre todo, Roberto Esposito y Giorgio Agamben.

Otro rasgo relevante en la vida de Gianni Vattimo, y que resulta poco común en la práctica de la filosofía, es su abierta participación política, fue diputado en el Parlamento Europeo, con posiciones siempre de izquierda, con plena conciencia de clase con respecto a su precario origen social que nunca negó.

En sus inicios en la filosofía, Vattimo realiza su tesis de licenciatura sobre Aristóteles y se vuelve profesor de estética. Desde sus primeros libros nos muestra sus influencias cuando escribe, por ejemplo, Ser, historia y lenguaje en Heidegger, y más tarde otros tres textos, como lo son Introducción a Heidegger, Hipótesis sobre Nietzsche y El sujeto y la máscara, donde ya deja ver la potencia de su pensamiento.

La filosofía, la religión, la política, la cultura posmoderna, los derechos de las diferencias, e incluso la teología, son los temas que cruzan el pensamiento Gianni Vattimo. Sus ideas las plasma de manera cotidiana en el periódico La stampa, tirado en Turín. Sin embargo, si por algo es reconocido Vattimo es por su propuesta de la noción del pensamiento débil o il pensiero debole. Propuesta que me resuena con aquella otra propuesta de Martín Heidegger en Serenidad. Texto publicado justamente como una alocución conmemorativa del compositor Conradin Kreuter. Ahí dice el filósofo alemán que conmemorar significa pensar. Y el pensamiento es, sin duda, uno de los derroteros en la obra de Vattimo, y además en referencia a un tipo de pensamiento muy especial, el pensamiento débil. Heidegger hablará de pensamiento pobre, e incluso de la pobreza del pensamiento en los profesionales del pensamiento. Dirá Heidegger en Serenidad (texto de una enorme actualidad), que: “La falta de pensamiento es un huésped inquietante que en el mundo de hoy entra y sale por todas partes. Porque hoy en día se toma noticia de todo por el camino más rápido y económico y se olvida en el mismo instante con la misma rapidez”. Y también dirá el filósofo alemán que las celebraciones conmemorativas son cada vez más pobres de pensamiento.

Con Martín Heidegger el vínculo que establece Vattimo también es profundo, se orienta en el pensamiento de este para derrumbar a la metafísica a partir de dos términos, el primero es el de aceptación o cura utilizado para indicar una cura de la enfermedad que es la metafísica clásica; y el segundo es el concepto de rememoración y es que en tanto que rememorar es tenerlo presente y no olvidar el corsette de la metafísica clásica nos podría ayudar a encontrar otras alternativas de salida, en fin, Vattimo se apoya en Heidegger para pensar el fin de la metafísica. Pero también coincide con el filósofo alemán en que el ser no es sino que acontece, y es en el lenguaje donde ese acontecer ocurre, que es como Heidegger lo propone al señalar que el ser humano es el pastor del ser y el lenguaje su morada.

Vattimo en su libro Más allá del sujeto reconoce que en el pensamiento de Heidegger se resume en el hecho de haber sustituido la idea de ser como eternidad, estabilidad y fuerza por ser como maduración, nacimiento y muerte. Y con esto señala que hay en el filósofo alemán un nihilismo muy especial en su obra Ser y tiempo.

Aquí, en este número especial de Esquizia (como especiales son todos), fuimos invitados para hacer conmemoraciones y homenajes póstumos a pensadores, intelectuales, psicoanalistas, quienes lamentablemente y de manera reciente han partido de este plano. Elegí hacer lo propio con un filósofo como Gianni Vattimo dadas las coincidencias, guardando las inmensas diferencias, con su pensamiento y, en particular, su estilo de transmisión.

La etimología de Conmemorar, como señala la Real Academia de la Lengua Española, se ubica en el latín commemorāre, y se define como “recordar solemnemente algo o alguien”, sin embargo, esto se dificulta con Gianni Vattimo dado que se trata justamente de alguien absolutamente antisolemne. Con todo, hacer una nota conmemorativa o un homenaje luctuoso es un fuerte compromiso, hay que conocer, reconocer y valorar la obra del conmemorado. Para hacerlo, se espera, quien lo haga conozca a profundidad su obra, y además haberle conocido. En mi caso no ocurre ni lo uno ni lo otro, salvo que, como una licencia poética se quiera tomar como cercanía la admiración por los factores que ya he mencionado, la coherencia, la honestidad de pensamiento, la conciencia de clase, su posición política, la apuesta por la diferencia, etc. En ese sentido, la cercanía, en intención por lo menos, es mucha, tanto como para atreverme a plantear aquí las líneas de admiración hacia la persona y la obra de Gianni Vattimo.

El fin de la modernidad, Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna es el libro con el que conocí el pensamiento de Vattimo. Nuestro conmemorado entra con este texto al gran concierto del pensamiento que se estaba dando en el ámbito de la filosofía en Europa central, el tema en el centro del debate es la posmodernidad, lo posmo como se decía entonces. Los primeros tiros para ese debate los puso Jean-François Lyotard, y las respuestas vinieron de Jürgen Habermas, lo que provoca la tranquilizadora participación de Paul Ricoeur. Entre ellos y muchos otros se da un periodo de feroz discusión con respecto a lo que estaba ocurriendo en el último tercio del siglo XX, los cambios en los paradigmas políticos, la función de los medios de comunicación, la función de la filosofía, etc. Gianni Vattimo contribuye con obras que ahora son imprescindibles para poder pensar lo posmoderno, obras tales Las aventuras de la diferencia, Más allá del sujeto, Ética de la interpretación y Sociedad transparente. Es con El fin de la modernidad… que Vattimo da a conocer su postura con respecto a lo que es la posmodernidad, desde una lectura nihilista y hermenéutica, dirá entonces que “lo posmoderno se caracteriza no solo como novedad respecto de lo moderno, sino también como disolución de la categoría de lo nuevo, como experiencia, como fin de la historia, en lugar de presentarse como un estadio diferente (más avanzado o más retrasado; no importa) de la historia misma”.

Una larga discusión se propiciaría si nos vamos por esta veta del fin de la historia, sin embargo, excede la pretensión de este trabajo que es recordar y valorar los aportes que un pensador como Vattimo nos ha entregado. Él mismo nos muestra las rutas y señala que, en varios sentidos, el término posmoderno no se agota (valdría la pena discutir, y no es este el espacio, sobre la vigencia del concepto), por ejemplo, 1989 señala que la sociedad en que vivimos es una sociedad de la comunicación generalizada, las sociedades de los mass media. Vattimo muere el año pasado, sin duda, muchos sucesos en el campo de la información o la comunicación y ahora con la post-verdad o la Inteligencia Artificial.

Una de las ideas más reconocidas de Vattimo fueron las que expresa en su libro El pensamiento débil, se trata en realidad de una compilación publicada en 1983 (con trabajos de Umberto Eco o Franco Crespi, entre otros). En esa compilación Vattimo escribe Dialéctica, diferencia y pensamiento débil, y nos deja ver que de ninguna manera hay que confundir la noción de pensamiento débil con la debilidad del pensamiento, ahí dirá que: “lo verdadero no posee una naturaleza metafísica o lógica, sino retórica”.

El pensamiento débil propicia la posibilidad de hacer filosofía después de la muerte de Dios. Es necesario, después de que se acaben los totalitarismos, hacer filosofía a partir del flujo en que procede desde el pensamiento débil. Propone que el sentido de esta sentencia del pensamiento débil es positivo, y la utiliza para reflejar la profunda erosión de los fundamentos del modernismo, erosión que celebra, pone en cuestión la validez de la metafísica tradicional. Se habla positivamente del pensamiento débil en contraposición con el pensamiento que se promueve como fuerte, es decir, el pensamiento fundamentalista, totalitario, dogmático, radical y ortodoxo. Dicho de otra manera, el pensamiento fuerte es el que se cierra al diálogo. Los políticos y las clases dominantes, justo porque tienen el poder, son las que temen al pensamiento débil. La propuesta del pensamiento débil es también, en algún sentido, un pensamiento de carácter nihilista, aunque más bien de una fase reconocida por Vattimo como “optimista” dentro de la existencia. El pensamiento débil resulta así del todo vigente en el cuestionamiento del pensamiento eurocentrista, y resulta vigente su llamado constante al compromiso afirmativo con el pensamiento, pero no sólo el pensamiento sino el pensamiento puesto al servicio de la sociedad. Quizá sean estas ideas basadas en el pensamiento débil las que conducen a Vattimo a pensar que la renovación del mundo sólo podría provenir de Latinoamérica.

Uno de los últimos y más profundos intereses intelectuales de Vattimo fueron los vasos comunicantes entre la filosofía y la religión, y ahí se produce un acercamiento a la obra del pensador judío lituano-francés Emmanuel Lévinas. Gianni Vattimo se muestra muy inclinado a pensar las ideas teológicas o las discusiones sobre las cuestiones religiosas en los últimos años del siglo XX. Nuestro personaje escribe textos como Creer que se cree en 1996 (este texto me resuena con otro de Umberto Eco llamado En qué creen los que no creen), pero también Después de la cristiandad. Por un cristianismo no religioso, del 2002; El futuro de la religión, de 2005; Verdad o fe débil, de 2006, donde dialoga con René     Girard; o No ser dios, también de 2006, y más aún Después de la muerte de Dios. Conversaciones sobre religión, política y cultura; Dios, la posibilidad Buena. Un coloquio en el umbral entre filosofía y   teología.

Dentro de todos estos textos de corte teológico o religioso destaca un trabajo de 1995 nombrado Creer para creer. Se trata de un escrito en primera persona, autobiográfico incluso, casi una confesión, que vuelve sobre su creencia de que la hermenéutica nace en Europa debido a que ahí hay una religión del libro, aunque no sólo por eso, sino esencialmente, porque tiene como base la idea de la encarnación de dios, le llama kenosis, debilitamiento. Este libro creer que se cree, es como una renovación de su cristianismo, escribe: “La renovada sensibilidad religiosa que siento a mi alrededor, en su rigurosa imprecisión e indefinibilidad, corresponde bien al volver a creer”.

¿Cómo hacer una alocución de un hombre tan profundamente creyente como lo fue Vattimo por alguien cuya creencia religiosa está evaporada por completo como ocurre con quien aquí escribe? Quizá pueda ser porque Vattimo le da todo el sentido a la etimología de la palabra religión que Lactanio (304-311 d. C) hace derivar religio, que significa vincular, atar fuertemente, y en ese sentido Vattimo se inclinó siempre por los más débiles y no con las jerarquías religiosas dominantes; en la cristiandad sin duda se presentan estas grandes divisiones, pero lo mismo ocurre en la política y la cultura, su filosofía siempre le dio un lugar a el costado más débil, lo que no le hizo una militancia religiosa marcada por eso imperativos del poder eclesiástico que promueven el temor al mal o el castigo al pecado como esquemas de dominio, sabe muy  bien que, como decía Gadamer: “el hombre es un ser que a veces vela, a veces duerme”.

Vattimo ahora duerme, pero sigue velando desde la potencia de pensamiento que nos ha dejado como herencia.

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Esquizia no es un proyecto independiente, es un proyecto colaborativo donde su estar precisa del otro. Comenzó hace un par de años, en la idea, en el deseo; mismo que nos llevó al acto, a sus consecuencias. Las implicaciones que lo atraviesan son diversas pero también son las que componen su armonía, siendo en el año de 2016 que hace su aparición presentando un conjunto de textos que desde varias aristas no mostraban aparentemente un hilo conductor común, pero fulguraban con ímpetu el interés en hacerse leer —escuchar—, dialogar con los lectores y hacer pública su posición.

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